Como investigadores tenemos el deber
de escribir los resultados de nuestros estudios, para beneficio social,
científico y por supuesto personal. Para ello existen las llamadas revistas
científicas cuyos enfoques y publicaciones periódicas abarcan los distintos
temas de la ciencia y tecnología, así como los diferentes niveles en que se
realizan los estudios, y las cuales llegan a distintos públicos (llamémosle
temas que interesan a unos pocos o a muchos). A nivel mundial existe una
diversidad de revistas científicas donde publicar, casi incontable, y el Perú
no es ajeno a ellas, tanto así que muchas universidades peruanas cuentan con
sus propias revistas de divulgación; aunque por supuesto, no todas tienen el
mismo nivel académico. Según el tipo de revista en que se publique, tendremos
una idea acerca de la calidad del investigador (y posiblemente de su excelencia
académica). Para un docente universitario, publicar en una “buena revista” le
da prestigio, y a la vez es un respaldo para su perfil académico cuando intenta
obtener fondos para sus proyectos de investigación, formar redes con otros
investigadores, o incrementar su grupo de investigación; por lo que esta tarea
debe convertirse en una prioridad.
Sin embargo, escribir artículos
científicos no es sencillo, hay varios factores que afectan su desarrollo. Principalmente
el tiempo; el cual puede verse desde dos perspectivas: el tiempo que nos toma
escribir, y el tiempo que disponemos para escribir. El primero de ellos depende
mucho de la revista donde se piense publicar, si es en español o inglés (u otro
idioma), o si pertenece a alguna base de datos (el CONCYTEC considera SCOPUS y
MEDLINE). En mi corta experiencia, para una revista en inglés, y perteneciente
a una base de datos internacional, me toma aproximadamente como seis meses
posteriores a la obtención de resultados, tres de los cuales se van en la
redacción del primer borrador, y los tres siguientes en las correcciones por
parte de otros coautores o un colega externo; pasada esta etapa, el manuscrito recién
es enviado a una revista donde entra en un bucle de “añorada pronta publicación”,
donde sigue otro proceso de revisión por parte de editores y/o evaluadores, hasta
que finalmente alguno da el visto bueno (no sin antes hacer algunas
correcciones por supuesto). La práctica hace al maestro, dice un viejo dicho, y
espero que ese tiempo se reduzca en un futuro próximo.
Pero cuando hablamos del tiempo
que tenemos para escribir, la cosa es variopinta. Mi actual tutor considera que
ese tiempo se reduce considerablemente cuando uno entra a la docencia
universitaria, y lo cual es ratificado por varios docentes universitarios a
quienes pregunté sobre el tema. Clases, prácticas, salidas de campo, asesorías,
informes, y reuniones socio-académicas son algunas de las labores que afrontan
nuestros docentes universitarios. De momento, esto vamos a dejarlo ahí, ya que
estoy explorando más sobre el tema para ver que tanto afectan estas labores a
la producción científica y tecnológica del país.
Para cerrar este apartado,
mencionaré que otro factor en la redacción científica tiene que ver con la destreza,
o capacidad de redacción. A algunos se le dará más fácil que a otros, la forma
adecuada y el idioma (aunque queramos publicar en español) son factores muy
limitantes; sin embargo no por ello debemos abandonar la labor. Como muchas de
las cosas de la vida, esto también se aprende, y hay que capacitarse, tanto en
la forma de redacción (para lo cual cada día aparecen más y más cursos y
talleres de redacción científica), como en la redacción en otros idiomas
distintos al nuestro (principalmente inglés). Capacitación es la palabra con
que finalizo esta entrada, ¿qué tan preparados estamos para escribir un
artículo científico?
De hecho cada Revista tiene sus propias exigencias y quién está interesado en publicar, debe entrenarse mucho y lógico capacitarse en redacción científica.Sin embargo las exigencias de la calidad del trabajo la impondrán el objetivo y la metodología a utilizar.
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